Las horas previas al traslado del cadáver de Perón se viven en medio de la indiferencia colectiva, la interna de los gremialistas y centenares de notas en diarios, radios y televisión para indagar sobre este próximo viaje del General. En medio de todo eso, en un reportaje en el Diario Perfil, Tomás Eloy Martínez aportó una dosis importante de sensatez y una pregunta que nadie puede responder:
—El martes marcha el cuerpo de Perón hacia la que se cree será su residencia definitiva... —(Interrumpe) Nunca nada en la Argentina es residencia definitiva de los muertos. Ya no hay garantías ni para los muertos. Además, a Perón le dolería que nos estemos preocupando más por los “cadáveres simbólicos” que por los “vivos simbólicos”, como es el caso de este albañil testigo en el juicio a Etchecolatz, que ha desaparecido, como si se lo hubiera llevado el viento, una situación que no se entiende cómo pudo suceder en este momento, en este país. Estamos preocupándonos por los muertos cuando deberíamos ocuparnos más de los vivos. En fin, gendarmería, policía, manos de obra desocupada que ha quedado libre después de la dictadura y que sigue haciendo estas salvajadas. Justamente se produce la mudanza a la provincia de Buenos Aires que es el territorio donde desaparece Julio López y eso me parece más simbólico todavía. ¿Por qué desaparece una persona tan visible en medio de la democracia?
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