30.1.08

Hilacha



Durante años, digamos hasta el papelón de la última elección, el diario La Nación, y la gran mayoría del periodismo argentino en todos sus soportes, puso como emblema de la lucha contra la inseguridad a Juan Carlos Blumberg. Sus propuestas fueron explicadas una y otra vez en miles de líneas que detallaron con precisión lo que iba a terminar con el delito en la Argentina, sus marchas fueron alentadas también desde grandes medios de comunicación, en especial el multimedios de Hadad que con él vio nacer su esperanza de la mano dura y la bala a los delincuentes a través de un viejito tierno.

Por su parte, el gobierno, eterno seguidor de encuestas que guían su camino tomaron en paquete todas las novedosas alternativas que proponía Blumberg y en un abrir y cerrar de ojos sus disciplinados levantamanos que trabajan de diputados y senadores para servir a cualquier causa que el Ejecutivo les pida, destrozaron el Código Penal con las modificiaciones blumberianas.

Por supuesto que todo ese delirio alentado con entusiasmo por los formadores de opinión no sirvió de nada. El delito, en el mejor de los casos, se mantuvo estable, los niveles de violencia son cada vez peores y los presos siguen hacinados en las comisarías.

Todo esto es para decir que ahora es el mismo Diario La Nación el que entrevista a alguien que parece decirles se equivocaron. En un reportaje que publican hoy al penalista catalán Mir Puig este les explica:

El tema número uno de la política penal actual es conseguir una policía no corrupta, que no genere delitos. La policía tiene que actuar dentro de la legalidad y no generar delincuencia. Es mucho más eficaz una policía que funcione descubriendo delincuentes que poner más pena al mismo delito; si pongo más pena y no lo persigo no sirve para nada. Ahora, ciertamente, es más barato, porque aumentar una pena es barato. Por eso todas las campañas políticas tienen plataformas de derecho penal en sus agendas. Todos los políticos prometen la solución. Efectivamente, los partidos comprenden que es un punto que interesa a la población y que hacer promesas en ese sentido les va a dar votos. Lo hacen los partidos de izquierda y de derecha. Digamos que es una manera bastante segura y barata de ganar votos. Los electores están sensibilizados porque o son víctimas de delitos o tienen miedo de serlo. A la gente le impacta mucho cualquier noticia sobre delitos violentos. Prestan mucha atención a la noticia que se da sobre eso. Los medios tratan de informar sobre esto porque saben que esto vende. El miedo es una pulsión muy importante del ser humano y ahí está, amplificando el problema.


"No estamos yendo por el camino correcto para enfrentar el crimen y, por lo tanto, no estamos ganándole la guerra a la delincuencia. Aumentar las penas a los delincuentes no sirve para nada."

El derecho penal no acabará con la delincuencia ni podrá evitar que crezca, pero sí es cierto que, sin derecho penal, posiblemente habría muchos más delitos. El éxito del derecho penal no hay que medirlo respecto de los delitos que se cometen, sino de los que no se cometen, es decir, con relación al sentido de protección contra los delitos que otorga.


Pero lo que es imperdible son las últimas tres preguntas de este extenso reportaje donde, como diría alguien, se muestra bien la hilacha blumberiana. Mirá:

-¿Qué haría, como abogado penalista, con un chico de 12 años que mata a otro?

-Hay que tomar medidas, pero que vean al menor como una víctima también, porque lo es. Este punto de vista lo tiene cualquiera que se encuentre con el problema en su familia. Lo que pasa es que, a mayor nivel social, hay mayor ocultamiento o protección. A ese niño o adolescente es necesario tratarlo, educarlo y ver qué problemática lo ha llevado a actuar de ese modo. Posiblemente proviene de una familia desestructurada, de una comunidad donde priman condiciones de vida adversas.

-¿El mapa del delito se distribuye de manera equitativa entre ricos y pobres?

-Claro que no: siempre pierden los pobres. Para los delincuentes, suele ser más fácil atacar a un pobre. Los ricos tienen mayores recursos para protegerse. Sin embargo, son los que más se quejan. Basta con visitar las cárceles y ver quiénes están ahí. La muestra social que se ve ahí adentro no se corresponde con lo que se ve en la calle. En una sociedad en la que hay desigualdad, los que tienen más siempre encontraran más posibilidades de resolver sus problemas, cualquiera que sean.

-¿No se piensa más ahora en los derechos del delincuente? ¿No aumenta eso la sensación de inseguridad y de desprotección de los ciudadanos?

-Un Estado de Derecho tiene que combinar garantías con eficacia. El derecho penal tiene la función de proteger a la sociedad y prevenir delitos sin renunciar a determinadas garantías para los acusados. Porque, además, es cierto que cualquiera de nosotros puede verse acusado injustamente por un delito. Por lo tanto, debe tener posibilidad de defenderse frente a este tipo de situaciones. También es cierto que cuando se endurece la persecución de los delitos se cometen muchos errores.

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