Mañana se cumplen tres años de la masacre que terminó con la vida de casi doscientos chicos y chicas en el mal llamado Boliche República de Cromañon. Como en los años anteriores me iré a marchar para acompañar y hacer mío también el reclamo de justicia.
Aunque no fui una víctima directa, esa noche no la voy a olvidar jamás: hacía un calor insoportable en Buenos Aires, típico de esta altura del año donde la humedad porteña puede con la paciencia de cualquiera. Estaba en mi casa, adonde había venido a cenar mi hermana con su marido y mis sobrinos. Tuvimos una noche larga, de esas que termina bien entrada la madrugada y que sólo pueden ser acompañadas tomando cerveza helada.
Como mis sobrinos eran muy chicos, los llevé a los cuatro desde mi anterior departamento en Palermo al de ellos en Flores, cuando volvía prendí la radio en Mitre que transmitía en vivo desde Plaza Once con un cronista (creo que era Ignacion Gonzáles Prieto, pero no puedo recordarlo) en el lugar que comenzaba a narrar algo que aun no se sabía bien que era, pero que empezaba a llenar el asfalto de las calles de chicos desvanecidos, ahogados o desmayados. El relato del periodista era conmovedor, la angustia por lo que estaba viendo se transmitía a través de los parlantes. Algo muy triste y doloroso había comenzado.
Llegé a casa y prendí la tele que ya estaba emitiendo imágenes desde el lugar. Mi mujer dormía y yo lloraba frente al televisor: no podía creer lo que veía, pero tampoco podía reaccionar ante lo impensable. Nunca había ido a ese boliche, de manera que me costaba entender que es lo que había pasado. Apenas conocía a Los Callejeros y a pesar que desde chico había ido a ver recitales de rock and roll en todo el circuito porteño de los 80 y 90 tenía (y tengo) cierta lejanía con estas nuevas bandas del rock barrial y sus rituales. Sólo sabía lo que me contaban mis hermanas menores que si frecuentaban estos shows y por quienes temblaba pensando en que podían haber ido esa noche ahí.
Fueron horas viendo imágenes espantosas, horas en las que comenzaron a leerse los nombres de las víctimas y a escucharse testimonios de familiares desesperados a los que nadie les decía nada. Se hizo de día. Llame a mi vieja para quedarme tranquilo que mi hermana dormía en su cama e intenté dormir, pero solo lo hice un rato.
Como en otras tragedias argentinas llamé a mis compañeros y en la tristeza me puso felíz saber que ya estaban intentando ayudar en los lugares donde se suponía que se debería dar respuestas a los familiares. Me fui para la morgue en la facultad de Ciencias Económicas para colaborar en algo: no tenía en claro nada, me impresiono muy fácil y me considero inútil para muchas cosas, pero ahí estaba aunque sea para darle una botellita de agua a un desesperado. Todo seguía siendo confusión. De esas horas, recuerdo la entrega de un amigo, Martín Barrientos, que estuvo casi cuatro días sin dormir intentando consolar a los familiares a quienes era la primera vez que veía y sin otra obligación que su corazón.Igual de conmovedor, fue el rol de Vilma Ripoll que estaba con él como si fueran parte de un mismo equipo y no habían trabajado jamás juntos. Los admiré con sinceridad, pero me resultó imposible hacerlo, me costaba mantenerme en pie: comprobé una vez más mi debilidad.
Después vinieron las marchas, el reclamo que aún no cesa y esa canción surgidas de las entrañas del dolor que sintetiza todo y que termina diciendo "a estos pibes los mató la corrupción". También a los pocos días llegó mi indignación por ver como se comenzaba a abandonar a los que pedían justicia; como los medios en cada movilización titulaban "Marcha de los Familiares", para que quede bien claro que sólo ellos tenían que protestar; como la sociedad empezó a mostrarse indiferente frente a la muerte y como algunos organismos de derechos humanos (la gigante Nora Cortiñas fue la principal excpeción) se alejaron del reclamo para terminar defendiendo a Aníbal Ibarra, como si el compromiso de ayer fuese suficiente argumento para deslindar la responsabilidad de hoy.
La noche de hace tres años es, sin duda, la marca que llevará por siempre esta generación nacida al comienzo de la democracia.
Este es el programa de hoy y mañana:
Sábado 29:
20.30 hrs "Vigilia en Plaza de Mayo" . Armado de árbol de zapatillas. Encendido de velas.
Mensaje para familiares y jóvenes a cargo del Padre Quique Sívori.
Domingo 30:
12.00hrs Muestra de fotos “Vidas Robadas, Sueños en Marcha” hasta las 16hrs.
17.00hrs Murga de sobrevivientes “Los que nunca callarán” en el Obelisco, Plaza de la
República.
17.45hrs "194 campanadas repicarán en todas las iglesias de la Ciudad " .
18.00hrs "Misa en Catedral Metropolitana " celebrada por Monseñor Jorge Bergoglio,
Monseñor Eduardo García y Monseñor Jorge Lozano (Obispo de Gualeguaychú).
19.00hrs Concentración en Plaza de Mayo y acto. Lectura de adhesiones. Lectura de los nombres de
los chicos. Documento de los 3 años.
20.15hrs Inicio de la marcha desde Plaza de Mayo hacia Plaza Miserere, Once, por Av. de Mayo y luego
Av. Rivadavia, hora aprox. de llegada, 21.30 a 21.45hrs.
22.00hrs Inicio de acto en Plaza Once.
Inauguración Mural en homenaje a las víctimas de Cromañón.
22.30hrs Solo musical en homenaje a nuestros 194 hijos interpretado por Luciano Napolitano, hijo de
Pappo. Proyección de las fotos de los chicos.
22.50hrs Minuto de aplauso.
Ceremonia interreligiosa a cargo de los ministros de los distintos credos.
Power Point y canción "Zapatillas en el aire" , autor: Abel García (canta-autor uruguayo).
Momento de lectura de poemas y recordatorios a cargo de familiares y sobrevivientes.
"Por los que no están.... Por los que sí están.... Por los que vendrán...", acompañános!!.
29.12.07
Recuerdos de la Masacre de Cromañon
Publicadas por MM a la/s 4:42 p. m.
Etiquetas: corrupción, fin de la impunidad, justicia, masacre
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