Lanús campeón

Que año el de la gente de Lanús: se sacaron de encima a Quindimil y salieron campeones por primera vez en la historia del fútbol argentino.

Pero el campeonato de Lanús es mucho más que un hecho histórico para el deporte de nuestro país. Es también una lección para los que intentan hacer del fútbol una gran tienda del marketing y del ascenso político, es un cachetazo para los que sueñan con los clubes convertidos en sociedades anónimas que mueven fortunas (que muy pocas veces se sabe adonde quedan) con la compra y venta de jugadores, que inventaron la estupidez de los partidos sin público visitante, que en nombre de la eficiencia vaciaron de partipicación sus clubes, que se compran clubes en Europa, que se compran periodistas para que los alaben, que compran clubes de barrio, que devoran técnicos, que, en definitiva, no les gusta el fútbol sólo el negocio que ellos mismos inventaron. Y que los hizo millonarios. Y que sigue siendo la dinámica de lo impensado y que hoy da un campeón con un técnico que labura desde hace años bancado por la dirigencia, que hizo parte de las divisiones inferiores que nutrió a este plantel y que no es un habitué charlista de sandeces en los programas de televisión ni mirador de cámaras de televisión sentado en el campo como Julio Falcioni.

Ah, y encima la vuelta la dieron en la Bombonera, ícono del fútbol mememizado.

Ahora les queda que el nuevo Intendente no sea tan parecido al viejo Manolo. Y a todos nosotros que se vaya Julio Grondona.