31.3.08

Sandra Russo dice que Rosario Lufrano "la cagó"

En medio del gran lío que atraviesa la Argentina por las medidas tomadas por el gobierno de aumentar las retenciones al campo, hubo otras decisiones puertas adentro del Poder Ejecutivo: lo echaron a Julio Bárbaro del COMFER y le aplicaron roja directa a Sandra Russo en Canal 7 (por si no sabías, conducía un programa en "la televisión pública" que se llamaba Dejámelo pensar junto al actor Boy Olmi). Ella misma lo contó acá, pero por si no tenés ganas de leer todo, yynda te deja unos párrafos:


Podría escribirlo en Página/12, mi lugar de pertenencia y permanencia, que me dio su apoyo, y podría decir esto de otra manera en sus páginas. Pero no quiero decirlo de otra manera.

Doy talleres de escritura desde hace muchos años y a mis alumnos les digo siempre que hay impulsos de estilo que hay que respetarse y permitirse, con la menor cantidad de restricciones posibles, porque forman parte de un palpitar de la propia escritura. Que crece, decrece, cambia a medida que vivimos. Somos cuando escribimos. Así que este impulso de estilo me lo voy a permitir en este espacio, sin causarle problemas a nadie.

Rosario Lufrano me cagó. Esa es la verdad. Y yo no sé muy bien, todavía, por qué recibí de su parte tanta pero tanta hostilidad de género. ¿Podemos hablar de este tema?


(...) En mis talleres trabajo mucho con Roland Barthes, y desde la facultad que “Mitologías” es uno de mis libros de consulta y cabecera. Aprendo de la mirada de Barthes. Cómo y dónde colocar el ojo para observar algo cotidiano y asombrarse. Esa es la esencia de la escritura. Del asombro nace lo interesante. Ese fue el espíritu de la idea de Dejámelo pensar: poner en juego cada día un tema cotidiano cualquiera, y batirlo con ideas, historia, estadísticas, literatura. Yo creo que a Barthes la idea de hubiese encantado, y que de haber sido Barthes el director ejecutivo de canal 7, a mí me habría ido mejor que con Lufrano. ¿Ponemos aquí un “ja ja”? Pónganlo ustedes, yo estoy depre.

Quiero decir: a mí no me importaba ni la pantalla, ni el sueldo, ni el cartel, ni un carajo más que Dejámelo pensar. La potencia política del programa era lo más atractivo, lo más excitante.


Si te lo perdiste, yynada te regala unos minutos:

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