9.3.08

Paladar negro


Hace mucho que no escribo de fútbol pero recién llego del bar y estoy indignado. Es preciso entonces escribir así. En caliente. Antes que las decenas de periodistas que hablan sin parar por radio y televisión influyan sobre mi carácter.

Juan Villoro dice que lo que nos mata del fútbol, lo que hace que nos volvamos locos con un gol o nos arruinemos una semana cuando nuestro equipo es un desastre está vinculado con que el fútbol es el único espacio de recuperación lúdica de nuestra infancia. Durante las dos horas en las que vemos un partido o durante el picado con los amigos somos pibes de vuelta.

Siento el fútbol como Villoro. Cuando veo a Independiente no puedo dejar de relacionarlo con las alegrías que me dio Bochini, con el deseo de dejar al 3 culo para arriba como hacía Alzamendi, con las pisadas de Marangoni en la mitad de cancha para hacer un cambio de frente preciso para un Clausen que venía de atrás y era imparable.

Crecí viendo eso, con mi viejo al lado que me explicaba la diferencia entre acariciar y pegarle a la pelota y me marcaba como el Bocha siempre encontraba un espacio vació para darsela al mejor ubicado. Me hicieron paladar negro a fuerza de fútbol, goles y toques. Me resulta imposible disfrutar el fútbol de otra manera. Por eso me vuelvo loco cuando en la tribuna de Independiente empiezan a aparecer los que aplauden un patada o los que ruegan que los centrales revoleen.

Todo eso me pasó cuando me senté en un Bar de Flores para ver Independiente-Boca. Hasta me ilusioné con los primeros quince minutos del rojo que tuvo varias llegadas con la pelota por abajo y varios toques juntos. Grité el gol en medio de bosteros y hasta pensé que podíamos ganar. Pero todo duró poco.

La miseria del fútbol, el negociado, el fin antes que los medios y una dirigencia mediocre como la que tiene Independiente hicieron que tengamos un técnico sin amor por el juego. Un DT que poco tiene que ver con nuestra historia o que sólo piensa en cuidar su cargo sacando un puntito miserable en la bombonera.

Es claro: Boca tiene más equipo que Independiente, que duda cabe. Si al rojo es más facil llegarle al área con posibilidad de gol que a casi cualquier equipo argentino. Sin embargo, el partido de hoy estaba para Independiente que a los cuarenta del primer tiempo se quedó con uno más por la expulsión de un defensor de Banfield que seguro aprendió a pegar patadas de la mano de Falcioni. El partido estaba así. Pero hay veces que los técnicos influyen y -para mi lamento- esta fue una: Troglio paró al equipo adentro del área grande, nunca los llevó a la mitad de la cancha, sólo dejó a Denis que se arregle y confió en que Montenegro frote la lámpara. Ver que mi equipo hacía eso con un hombre de más me hizo atragantar el café mientras esperaba el desenlace obvio: el inevitable gol de Boca.

No sé que dirán en pleno época de resultadismo bilardista, pero para empatar así prefiero perder.

Por lo menos, en este día triste que me despertó con otra tragedia en una ruta, ganó Zapatero. Y parece que por mucho. En buena hora.

1 comentario:

Anónimo dijo...

uff!! no sabes cuanto coincido con vos! mas impotencia daba estar en una cancha grande repleta de bosteros cantandote "equipo chico". es un desastre lo que estan haciendo con un equipo que hasta hace no mucho tiempo tenia mas titulos internacionales que el milan o el real madrid. odio el futbol mezquino y defensivo!! basta de tecnicos y jugadores mediocres y sin compromiso!! independiente es muy grande para ustedes!! vayanse ya!