7.10.08

Hamburgo Día uno



Primer día en Hamburgo y la tarde libre para perderse en esta ciudad que alberga el segundo puerto de Europa. Nos vamos con los compañeros de América Latina a caminar y a las dos horas ya estamos perdidos. Bellamente extraviados entre calles angostas, adoquines históricos y centenares de grúas que están construyendo la City Hafen que al otro día me enteraré de que se trata.

Está nublado aquí y el clima parece darle una mayor melancolía marítima a todo. Tres horas de caminata, cena y a tomar unas cervezas a Nagel, acaso el bar más antiguo de aquí que, como corresponde, también fabrica cerveza.

Allí nos guía la directora de la Academia que se suma como una más en la mesa y está siempre abierta para responder los innumerables interrogantes que la ciudad y el país tienen para los que venimos de “los países en desarrollo”, como dicen ellos.

Segundo día: como cada día el desayuno es a las 8 y el comienzo de actividad a las 9. Pero hoy todo es diferente, no hay conferencias, debates o exposiciones. Es domingo y han previsto en el programa un día turístico. Por la mañana visita por la ciudad y por la tarde paseo en un barco pequeño para conocer bien el puerto y atravesar algunas decenas de los dos mil puentes que unen como en un hilado todo esta suma de retazos que componen este conglomerado urbano que se abriga a varias ciudades que se fueron anexando en los últimos mil doscientos años.

El triste y célere “city tour” es aquí una puerta abierta a ingresar en las entrañas de una ciudad increíble. Por la mañana lo hacemos en bus y en breves caminatas bajo una lluvia persistente que nos priva de acceder a ciertos lugares pero lo que no nos perdemos es la recorrida por el puerto: el micro cruza toda las obras de la Hafen City y se interna en la zona portuaria, atraviesa galpones, camiones y trenes que aparecen ocultos entre decenas de miles de contenedores de todos los colores posibles hasta que llega a un puente que construyeron en 1994. Esta a 53 metros de altura y desde allí es posible tener una vista mayor de este gigante de la navegación. Es difícil de contar, pero para los que conozcan el que es mi puerto más familiar, el de Buenos Aires, es como si se hubiese multiplicado por diez en todo: barcos, gruas, contenedores, docks y camiones en un desorden geográfico ordenado por la planificación pública de estadistas.

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