7.10.08

Hamburgo, día tres



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La mañana empieza difícil porque hay que reponerse demasiado rápido de la latinoamerican party que se celebró en forma espontánea en una de las habitaciones del InterCityHotel de Hamburgo: la número 314, la mía. El plan del día son dos visitas, la primera, después del desayuno y a unos quince minutos de bus, se trata de la cadena NDR que es parte del sistema de Radiodifusión público alemán ADR. Por la tarde, conoceremos el edificio del periódico Dei Zeit.

Pero vayamos por partes. En la puerta misma de uno de los edificios que componen NDR nos recibe el Director de Relaciones Internacional y Editor Jefe del servicio internacional de la radio, es un alemán afable que se preocupa por saludar a cada uno de sus visitantes con una sonrisa que parece sincera. Su presentación comienza explicando porque no existe ni existirá nunca en Alemania medios estatales y sí públicos: “porque durante el régimen nazi eran estatales y Hitler los uso como propaganda, por eso también se decidió no tener un medio estatal unificado sino descentralizarlos en los estados federados: se diseminó el país en diferentes estaciones pero juntas componen ARD”

El servicio público de radiodifusión se financia con un canon que pagan los ciudadanos establecidos para una persona que tiene un televisor y una radio en 17,03 euros, si alguien quiere tener una tv más aumenta su impuesto. Esto deja en las arcas del sistema siete mil millones de euros al año, de los cuales los canales privados que comenzaron a funcionar en la década del ochenta no reciben un peso, su único financiamiento proviene de la publicidad.

Los medios públicos están autorizados a recibir publicidad pero con limitaciones muy altas lo que implica sólo el 5% de sus ingresos y la tranquilidad para los alemanes de poder ver películas que se estrenan al mismo tiempo que en el cine sin cortes.

Claro que todo esto no es gratis para los medios públicos, que tienen la obligación de cumplir con ciertas cosas y cubrir política, economía, cultura, entretenimientos, minorías, deportes además de tener un rol educativo. También se usan para dictar cursos de idiomas, por ejemplo.

“Claro que nosotros no inventamos nada, el modelo fue copiado de la BBC de Londres que es la gran madre de la radiodifusión pública”, nos dice nuestro anfitrión. Como siempre las preguntas se enfocan al intento de control que puedan tener los políticos a lo que este hombre que tendrá unos cincuenta años y trabajó como corresponsal en Beijing dice con tono enfático: “Los políticos se quejan siempre y siempre quieren estar en la tele y en la radio, para nosotros si tenemos quejas de todos los partidos es que estamos haciendo bien nuestro trabajo si sólo se nos queja uno es que estamos trabajando mal”.

Otra vez las preguntas giran sobre las realidades de los países de los participantes de este seminario y la dificultad para entender en el Tercer Mundo este esquema. La respuesta es lapidaria: “Olvídense de la radiodifusión pública sin un marco jurídico que la respalde. No es posible tener un sistema de medios de comunicación que sea mejor que su entorno político y cultural, para que cambien los medios tiene que haber un cambio político”. ¿Mas claro? ¿Puede existir “televisión pública” con Kirchner, De Vido o Aníbal Fernández?

Alguien pregunta sobre su verdadera independencia y dice estar convencido que si los medios son privados la competencia por sí misma garantizará la libertad de expresión y que ve que ellos alguna limitación e intromisión política deben tener, es un periodista de Georgia que –creo- no termina de estar de acuerdo con el sistema, su nombre es Lasha y es editor jefe de un diario en su país.

“Debo decir que no coincido en nada contigo y te doy un ejemplo de estos días, nosotros somos mucho más independientes para cubrir la crisis de los mercados que el sistema privado que tiene la presión de los Bancos con sus intereses encima por la publicidad”, y agrega que es por eso “que el público ante momentos de crisis o ante un fuerte hecho informativo acude a nosotros que tenemos más credibilidad que los privados, además de tener una gran red de corresponsales en todo el mundo que nos evita tomar y reproducir lo que emiten las agencias internacionales, para eso recibimos dinero de los ciudadanos”.


Almuerzo, media hora de siesta y a conocer el Die Zeit. Nos recibe su Editor General, Theo Sommer, una leyenda viva del periodismo europeo. Saluda, ofrece agua y presenta su periódico que vende 490 mil ejemplares cada semana:

“La sección política la podríamos calificar como liberal, la de economía está un poco a la derecha y la de cultura y literatura es de izquierda y yo creo que está bien porque el corazón está a la izquierda, el dinero en el bolsillo derecho y la cabeza en el centro”, dice y despierta una carcajada.

Die Zeit fue fundado por los aliados en el año 1946 y hoy tiene ediciones mensuales internacionales: The Atlantic Times para Estados Unidos, German Times para toda Europa, Asian Times y Africa Times. Están en proceso de preparar una versión para América Latina en los próximos meses. En el 2007 tuvo una ganancia de 12 millones de euros, antes de impuestos.

Internet, el papel y el periodismo uno de los temas de estos días aquí surge en la primera pregunta de una colega de Egipto: “El futuro del periodismo no es tan malo o peligroso como el de las imprentas, porque la gente quiere seguir estando informada, en todo caso no lo harán con el diario de la mañana los más jóvenes, lo harán con internet o como sea”, responde.

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