Desde que Jorge Lanata nos mostró, quince días atrás, a una ministra de economía que guarda una bolsa con sesenta mil dólares en un placard del baño, no puedo dejar de imaginarla como ministra del General que gobernaba Costa Pobre y que Alberto Olmedo inmortalizó.
La imagen de la señora de la risita permanente y el marido funcionario de cualquier lugar en el Estado, entrando en forma sigilosa al baño con los fajos de billetes embolsados es tan fuerte que por sí sola que en cualquier lado y momento terminaría con la ministra de Economía. ¿Con que cara ira la señora ahora a sentarse frente al representante de alguna corporación? ¿Que chistes se pasarán sus colegas en una próxima reunión de ministros de Economía, de América Latina, por darle algún anclaje geográfico? ¿Que dirán en la intimidad sus colegas como Julio de Vido o Aníbal Fernández? ¿Con que argumento le pediría al pueblo que confíen en los Bancos?
Peor que todo eso, fueron las explicaciones que dio entre ayer y hoy, que incluyeron una frase donde denunció que la quieren sacar del ministerio, sin decir quienes y sin aclarar si vienen de adentro o de afuera del gobierno.
De todas sus palabras, me quedo con esta respuesta que publicó Página/12, cuando le preguntaron si sigue buscando la casa para comprarse:
–No. Yo andaba buscando, pero no. Estaba juntando ese dinero para cuando apareciera algo apropiado para mí, porque no tenía efectivo. Por suerte nunca vi sola las casas. Siempre había inmobiliarias en el medio. Me pueden cruzar los llamados de los celulares y sobe todo de mi casa. Más que nada llamaba mi hija y usaba su nombre porque soy la ministra de Economía y no quería que quede expuesto públicamente que estaba buscando casas. En muchos lugares me reconocieron.
Pasando en limpio y tomando sus palabras como ciertas, Felisa aún no sabía que se iba a comprar y cuanto pero ya le había pedido la plata a su hermano, dinero que su pobre hermano le prestó y no a través de una transferencia bancaria sino constante y sonante.Esto es, no hizo lo que la mayoría de los mortales que tienen la fortuna de tener un familiar que les preste dinero hace: ver, elegir, señar y pedir el dinero, sino que fue por el camino inverso, pidio la plata, la embolsó, la guardo en el baño y su hija siguió buscando, aunque ahora dice que ya no. Se salvó el hermano prestador que podrá volver a tener su dinero, seguro que si es como su hermana ministra, lo recupera y lo guarda...en el placard del baño de su casa.
Este punto también está incluido en un cable de Reuters de hoy, que dice "...Ante las dudas sobre el origen del dinero, la ministra manifestó que una parte "me lo prestó mi hermano", aunque admitió no tener un recibo del préstamo. La operación inmobiliaria finalmente no fue realizada, agregó. Tras la fuerte crisis política y financiera de 2001/2002, en Argentina aún es habitual realizar operaciones inmobiliarias al contado, para evitar los altos costos de las transacciones bancarias o para no declarar el valor real de las propiedades..."
Suerte que la plata no se la prestó Néstor K, porque sino don Pacha se nos queda sin casa.
7.7.07
La bolsa o la vida (de la ministra de la risa fácil)
Publicadas por MM a la/s 9:42 p. m.
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