22.5.07

La dignidad de Santa Cruz

Desde que comenzó el conflicto deseaba venir a Río Gallegos y ver de cerca lo que está ocurriendo en esta provincia que maneja con mano férrea desde hace diecisiete años el Presidente al que todos acá llaman Lupo o Lupín. Hoy, después de algunos contratiempos, pudimos llegar cuando caía la noche a esta ciudad donde muchos creen que están a la vuelta de la esquina de un gran cambio. Eso se ve. Se palpa en cada cuadra. Se respira con cualquiera con el que uno cambie una palabra. Llevó solo algunas horas aquí y puedo asegurar que en esta helado rincón patagónica algo se está gestando.

Eran las últimas horas de la tarde cuando nos recibieron en la redacción del diario Tiempo Sur: un grupo de jóvenes periodistas nos contó todo lo que significa para ellos lo que están viviendo "nos fortaleció como grupo humano", "por fin nos pudimos dar cuenta que lo que escribíamos el pueblo lo empezó a ver como nosotros", "de todo esto no nos olvidamos más", fueron algunas de las cosas que esos redactores estaban ansiosos de contar a los recién llegados. Hace mucho, muchísimos años que no veía un grupo de periodistas entusiasmados y felices con su profesión.

Pero después vino lo mejor. A una cuadra del diario, está la llamada Carpa de la Dignidad que en realidad podría llamarse la cuadra o la plaza o las carpas de la dignidad. Porque se trata de un grupo de carpas de distintos gremios que desafía las bajísimas temperaturas con alegría y conviven luchando por su dignidad. Que grueso error cometen los que creen que aquí sólo hay una protesta salarial de un grupo de docentes. Hoy pude ver un pueblo gritando dignidad. Igual que vi en el 2003 en un piquete en General Mosconi en Salta, muy parecido a la reacción popular del 2001 en la capital federal.

En el frío y en la oscuridad las carpas se disponen una pegada a la otra: vialidad nacional, el hospital en lucha, docentes, municipales, empleados públicos, judiciales, y esposas de policías encienden fuego para calentar el cuerpo y comparten una sopa, un guiso o un choripan. Y cantan. Y aplauden. "Es para el lupo que lo mira por teve" "que este pueblo no cambia de idea pelea pelea por la educación" son algunas de las canciones que los hermanan hasta que empieza una suerte de himno: "santcruceño es..." y gritan dignidad.

Allí están mujeres y hombres, viejos y jóvenes que le muestran a un país entero su futuro. Ojalá los millones de argentinos los vean y los escuchen antes que sea demasiado tarde.

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