3.2.08

Mañana de domingo



Ocho y pico de la mañana mi hijita canta al lado de la cama, me levanto, desayunamos y nos vamos a la Plaza, en el camino me choco de frente con la tapa de Clarín colgada en el kiosko de diarios y leo Sorpresivo acuerdo de Kirchner y Lavagna. Me freno, apoyo el baldecito arriba de la pila de diarios mientras Almu intenta apropiarse de una revista de las princesas, leo otra vez y le pido al diariero poder abrir Clarín -Que bárbaro, que turro este tipo, te das cuenta que todos van adonde está la guita, me dice y se agarra la cabeza porque me cuenta que "está re caliente por los pobres tipos que lo votaron".

No puedo responder, me quedo impactado cuando veo la foto en la página 3 que sacó Lucía Merle y no se porque pero me viene en forma inmediata a la memoria aquella histórica foto de Alfonsín y Menem caminando por Olivos: en ambas se advierte al que está entregado y al pícaro.

En aquella que sacó Victor Bugge cuando acuerdan el adelantamiento de la entrega del poder, Alfonsín está encorvado, derrotado aunque no se le ve la cara. Menem está erguido, sabedor de ser el ganador. En la foto de hoy, la sonrisa de Kirchner con su dedo índice levantado parece decirle a todos que el que no acate sus ordenes será destruido, a su lado Lavagna es la corporación física de lo más lastimoso de la política: la de la sumisión bovina al poderoso, la del traidor que esboza una sonrisa ante sus traicionados. Está apichonado, con una cara de susto que no puede disimular intentando imitar el mismo gesto del que nunca dejó de ser su Jefe.

Después están las explicaciones increíbles de Lavagna, los análisis que agregan poco y las especulaciones que comienzan a partir de hoy, pero ahí están las fotos, las de ayer y la de hoy, destinada a entrar en las imágenes históricas que nos golpean cada tanto para decirnos a los argentinos que con estos dirigentes políticos nuestros hijos tienen el futuro hipotecado.

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