29.9.08

De Frankfurt a Pakistán

Unas horas antes de subirme a un avión para venir a hacer un curso en Alemania caí en la cuenta, sólo porque mi prima Vale me tirò las orejas, de los meses que pasaron sin que escriba algo. El trabajo cotidiano, el tiempo dedicado a cuentomilibro y otras cosas son las excusas que aparecieron. Ya no.
Hace poco más de dos días que llegué a este país imponente para hacer un curso durante doce días. Pasaron doce años desde la primera vez que había estado aquí pero los avances, el confort y la hospitalidad no dejan de sorprenderme (subo fotos acá): estoy alojado en una Academia de dirigentes ubicada en Gummersbach, un pequeño pueblo que reune a 54 mil habitantes a cincuenta kilòmetros de Colonia, aquella famosa ciudad bombardeada que tiene la Catedral màs hermosa que conocì, arquitectura sobre la que está basada la de La Plata.
En unos días estaré por ahí y les contaré.
Por ahora sólo Ezeiza-Frankfurt y de ahí un tren a Colonia, lugar donde me levantó un auto para traerme hasta aquí. Es casi un lugar común hablar de los trenes europeos y su confort pero mientras esperaba quise hacer un paneo de la estación


y después grabe algunos poquitos segundo para que vean como viajé ayer los cincuenta y cinco minutos que separan a estas dos ciudades:

Pero lo màs rico fue hoy. En este curso sobre libertad de prensa, libertad de información somos 22 de 19 países diferentes lo que permite acercarse a realidades distintas y complejas. Por caso, esta noche cene con un periodista de Pakistán que me contó cosas impresionantes de su país y del riesgo de ejercer su profesión en un contexto donde los Estados Unidos tienen a toda esa región apuntada. Sería muy largo detallar la charla pero un dato es elocuente: en el último año hubo seis mil atentados en Pakistán. El último fue el que conocimos a través de la televisión de todo el mundo y que mató a doscientas personas en el Hotel Marriot. Hace un rato nos contaba que el salía de su oficina ubicada detrás del Hotel unos minutos antes, abrió el auto y se sentó para comenzar a manejar con un destino que tenía en su paso el frente del Marriot, en el momento en que va a arrancar suena su celular por lo que detuvo su andar. Fue entonces, mientras hablaba, que el Hotel voló por los aires.
Pero no fue todo. La charla también tuvo espacio para otro dato: en Pakistán el 80 por ciento son pobres, el 17 pertenecen a la clase media y el restante 3 ostenta la riqueza del país, por supuesto en acuerdo con los intereses norteamericanos.
Me fue imposible dejar de pensar en cuál es la relación entre aquel tren y esta descripción. Cuantos mundos caben en uno